lunes, 2 de noviembre de 2009
Saramago, Ensayo sobre la ceguera
Si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos si quiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario